miércoles, 26 de marzo de 2008

pequeño esbozo sobre la creación

Me resulta desagradable que la gente diga que la música es mala e incluso algunos se atreven a denominarla satánica (noten que estoy diciendo música, no ruido disfrazado, con lo que algunos suelen confundirla, ya que al menos a mi parecer la música satánica no es música) Por que la música, el arte de las musas, es expresión, es vida, es movimiento e incluso es lo que compone el universo. Y aquí es donde entro al tema: La creación, desde una perspectiva cristianamente musical.

Desde un punto de vista cristiano, siendo ese el que más respeto, Dios creo al mundo. Y cómo lo hizo, con el poder que emana de su propia voz, y por ende con música.
La música es un conjunto de sonidos armoniosos ordenados para crear sensaciones, ritmos y frecuencias estilizadas.
Me imagino que la voz de Dios debe cumplir con todas esas características.El primer sonido, el sonido creador, fue la voz de Dios y de ahí, como ondas sobre el agua o una reacción en cadena se esparcieron los firmamentos, y desde luego cada partícula creada, cada una creando su propio sonido, a medida que algo nuevo surgía, que algo respondía al sonido divino, crecía en volumen, se multiplicaban los tonos y su intensidad. Imagino quizá la tierra rompiéndose toda, como estruendo de tambores para dar a luz la vegetación que nunca había visto aquél sol, ya veo a las plantitas experimentando la fotosíntesis por vez primera, pero sobre todo experimentando la música. Los caballos galopando desde lo profundo de la tierra, haciendo vibrar la arena de la que saldrían hacia la superficie, hacia la vida. En el mar las aguas elevándose a los cielos convirtiéndose en nubes blanquísimas como nunca las hubo, y de ellas como flechas disparadas, todas las aves con sus cantos frescos y novedosos. Con ello el paisaje celeste eran brochazos de todos los colores y aire que albergaba todos los sonidos más parecidos a instrumentos de viento y cuerdas como la voz de un pájaro; y el paisaje terrestre más parecido a un hormiguero o un repiqueteo de témpanos, címbalos, tambores y demás percusiones.

Y después de todo el concierto natural que Dios había dirigido, como un director de orquesta lleno de pasión, pero sobretodo cómo un autor de la composición lleno de amor a su creación; después cesó todo, para dar lugar a una música puntillista, mucho más compleja que todas las otras.

"haremos al hombre a nuestra semejanza" -dijo Él. Y creo que al decir esto, lo dijo refiriéndose, por qué no en el físico; pero también en el espíritu. Nos dio imaginación claro, a escala de Su imaginación, y nos hizo similares también en voz. Nos dotó de esa naturaleza suya, creadora. Para hacer música, tal vez para alabarle con aquella música, como con todos nuestros actos, pero también para disfrutarla, como hemos disfrutado todas las cosas que han sido creadas por Él.

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