-¿aún te escondes entre paredes de madera?
-hay respuestas tan cambiantes, para una persona puede significar algo, para otra todo lo contrario, o bien, cambiar con el tiempo, en un segundo una cosa, y en otra todo lo contrario.
-Yo soy todo lo opuesto por supuesto, pues tu eres mi respuesta, la he buscado desde que te fuiste, me lo he preguntado inclusive antes.
-soy una mujer libre, hago con vida lo que ella este dispuesta a hacer conmigo.
-solo huyes, te vi en la plaza de luxemburgo, vestías una gabardina a cuadros y ahora aquí, en un jardín de parís sentada ojeando una novela. Uno no viaja tanto para nada.
-¿que quieres de mi? Nunca pude terminar de leer esta, ¿lo sabías?
-...
-Ya lo supuse, era el libro que tenías en ese cajón, en la oscuridad, tan solo era una más de sus letras, tan insignificante y tan vulnerable. Pero ahora, tengo el libro en mis manos, y lo concluiré aunque tenga que tatuarmelo en el cuerpo. Nada me detendrá.
-déjeme lo veo.
-vete de aquí. ¿No has tenido suficiente?, coleccionas ilusiones, ilusiones ajenas; juegas a querer, pero no quieres a nadie, lloras carbon, manchando los vestidos con mentiras...
-Solo quería escucharte cantar, tocas la flauta como una ninfa de los bosques.
-¿como sabes que ellas tienen flautas? No sabes nada, seguramente me viste de casualidad aquí. No has venido por mi, andabas pidiendo limosna otra vez.
-¿Como? yo he visto ninfas, una, la mas hermosa de todas, solía cantarme junto a mi cama, a la luz de mi lampara, cantaba y las estrellas le bailaban en las alturas.
-Pues nunca la conocí. Y si fui yo, ya no lo soy, ahora vete, déjeme acabar el libro que empecé a leer el día que te conocí y nunca lo pude terminar.
-Dime de que trata, ¿es de algún asesino israelí?, leí una reseña en el periodico de esta mañana.
-nunca leería algo así.
-ya sé, es de esas novelas con un final triste, de algún jovén tratando de recuperar algo que perdió, algo que se le escapo de las manos a la hora de abrir el escritorio...
-NO, no te interasa. Yo... no soy mas la mujer del cajón.
(se levanta del asiento y se marcha, quizá solo un instante, quizá para siempre. Alguna lágrima cayo en las hojas del suelo, así tan de repente.)
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