viernes, 18 de abril de 2008

Metamorfosis

Ahora soy un anciano. Una persona llena a más no poder de horas y recuerdos que me nublan la vista, el cabello y dejan marcas por toda la cara.
Miro por la ventana, pero no hacía la calle, el parque o algún lote baldío; simplemente contemplo la luz que se filtra por la cortina blanca y delgada, casi transparente.
Ahora he aprendido a ser sumiso ante la vida y el tiempo, esa es mi postura. Ya no erguido como un adolescente rebelde, ni como un adulto en actitud soberbia, ahora resbalo por el peso de la senectud.
Mi caminar se ha hecho prudente, por no decir lento, podría describirlo como discreto también, tanto que podría repasar las etapas de mi vida en cada paso, mi niñez en el primero hasta llegar al baño donde reflexiono sobre mi estado actual. Al ir a la cocina, un recorrido desde mi cuarto mas distante que ir al sanitario, podría ir en pensamientos aún más allá, al futuro...mi futuro. Pero me oprimo al pensar que lo más probable son cosas desastrosas: una nueva disfuncionalidad, o la misma muerte (¿quién desea pensar eso mientras revisa la nevera en la cocina?).
Aunque con ambas, se demuestra que vivir no ha perdido su encanto. Con la primera, como siempre seguiría descubriendo cosas nuevas y experimentando diferentes sensaciones, aunque todas estén en el marco del dolor. Con la segunda, la vida no renuncia a su toque impredecible.
Sólo entonces me dejo seducir por esa brisa fresca de invierno que me hace notar que aún no he perdido mis huesos, donde me acomodo en mi silla mesedora para escuchar a María Callas y el nóstalgico tango de Carlos Gardel.
Ellos con su canto, desmienten la mortalidad humana y me hacen desear ser esa canción inmortal que vuela por el viento a través de las décadas y las almas.
Ahí termina mi día, fresca por toda partes, al oido y al cuerpo; pensando que aún los mas viejos tienen toda una vida por delante. ¿Qué vida si ésta se encuentra pendiendo de un hilo?
Debo recoredarles que hay vidas que duran apenas unos segundos, un minuto, un año. O bien, si eso no les convence, todavía queda el argumento de lo que viene despues de este momento... lo eterno.
Por ello, dejé de ser un anciano, ahora soy inmortal. La vida apenas comienza.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encanto lo que has escrito... los años pasan y aunque sea un dia, hora, minuto o segundo hay que disfrutarlo...

El cuerpo que se nos ha otorgado es el unico medio con la realidad... se nos ha dado para sentir, la brisa, el agua, un beso,un delicioso postre, el arte de bondad etc...

es como un paso mas... para llegar a lo eterno...


saludos...

sigue escribiendo, eres bueno. = )

Anónimo dijo...

wow primo cada vez me sorprendes mas y me dejas atonita...lo tuyo es sin lugar a dudas un don privilegiado...y lo digo enserio...no porque sea tu prima

de seguro te inspirò la sra leda y melva verdad? jajaja te conosco...

JOSEPE ERRANTE dijo...

Siiii, convivo todos los dias con ellas, ¿qué querías? je. Bueno pues muchas gracias be, espero verte seguido.. por aqui en el blog jejeje.
El primer "anonimo" (pongo así por que creo saber quien eres): gracias tambien por tu comentario. Eso era lo que quería mostrar.

Anónimo dijo...

Aaah Josepe vamos a estar muerto por toda una eternidad, nos vamos a aburrir de estar muertos, ni siquiera vale la pena gastar una neurona dandole vueltas a la muerte, por eso me ha gustado el final de tu relato, esa esperanza que deja un sabor agradable, si creo que soy inmortal, entonces lo soy...
un abrazo