sábado, 5 de abril de 2008

Supuestos extraños

Ojo: este relato es ficticio.
Un hombre alto con fachas de no haber dormido bien en días, unos pantalones poco limpios y una barba creciente sube al autobus y se sienta junto a un jovén de lentes y nariz puntiaguda con rasgos similaras al primero. Éste tiene un termo, o cafetera en la mano y el aroma estimula a su reciente vecino.
-Algún día volveré a la Habana cuba y probaré ese exquisito café que sirven en Guanabacoa, justo detrás del almacén de manolo, hay una fondita que se llama Sentimiento borroso, un poco bohemio, donde te sirven el café en una taza de barro con forma de corazón, está moldeado con todo y las venas y arterías, un trabajo artístico increíble, y la calidad del aroma y sabor… aaahh, insuperable. Algún día; pero mientras tanto tengo que seguir buscando monedas en el suelo para comprarme una mcdonald´s de queso a 10 varos.
-Usted es de la habana
-No, me temo que no. Vivía ahí por algunos meses, a veces semanas solamente, a causa de mi padre, y a causa de él estoy aquí. Ha muerto y lo único que pudo dejarme es una carta con un juego de palabras que tengo que descifrar. Típico de él.
-Lamento escuchar eso.
Si, también lamenté la noticia junto con la carta y su contenido, siempre supe que no iba a recibir algo grande en la herencia, no soy su hijo legítimo y de por sí sus demás hijos me odiaban, odian.
-¿Sus hermanos? Que barbaridad.
-No, verá, mi madre conoció a mi progenitor cuando tenía 5 años. Antes estaban demasiado ocupados como para presentarse, ella sólo sabía que le apodaban “Gastón” y que estaba en el mismo bar que ella a la misma hora, y bajo circunstancias similares.
-Gastón, cómo el personaje de Disney. Puedo imaginarme la razón del sobrenombre, seguramente era un casanova.
-Si, exactamente, me enteré que fue por eso que lo llamaron así, otra cosa que mi madre desconocía de él era que fue un contrabandista de emociones, más bien un comerciante que hacía trueques con mujeres ingenuas e ilusas. Esa noche, cuando se vieron por segunda vez, además de su nombre le dio a mi madre a cambio de esa noche placentera otro bribón de que ocuparse. Niño que ella odió más allá de las fuerzas maternales. No supe más de ellos desde entonces, ni ellos de mí supongo.
>>Poco después conocí al señor de la carta, un profesor de literatura en la universidad estatal, la tía que lo había criado vivía en la Habana, de ahí por que viajaba seguido, también la familia de su esposa procedía de ahí. Una linda señora que siempre me trató como la madre que siempre anhelé.
-¿Y ella donde se encuentra ahora?
-En un mes la conmoción de la tragedia había disminuido un poco y me dijo que nada tenía que cambiar, seguía teniendo un hogar con ella y los demás. Le explique la carta y que debía valerme por mi cuenta en esta búsqueda.
-Entiendo.
-Gracias por escuchar, me bajo en la esquina de ahí. La carta tiene una lista de nombres, aquí visitaré a la primera persona de esta lista.
-Mucha suerte. Tenga, le invito la hamburguesa… y el refresco.
-Muy amable de su parte, brindaré por ud, gracias.

El jovén de lentes, da un sorbo a su café mientras lo ve bajar, entre-abre su maletín, sújeta un puñal envuelto en un pañuelo y pensó: "Cuanto te has equivocado, nosotros sí supimos de tí desde entonces". Se para y se baja una cuadra despues.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Grato descubrimiento, me encantan los textos originales.
jeje habría preferido quedarme con la duda de si era o no ficticio......
Texto entretenido, fácil de leer, ufff demasiada descripción en tan pocos párrafos, como que te acelera al leerlo, pero con un final de esos que sorprenden y te dejan con una sonrisa malévola en los labios.

Gracias por pasarte y comentar, nos estamos leyendo.
un abrazo
bitter