Una vez imaginé un espacio nuevo

Una vez imaginé un espacio nuevo, era ilimitado y sin fronteras. Un espacio blanquísimo para que se genere la vida, donde la creación es la prioridad y la recreación es un punto muerto. Un espacio paradojico, ya que todo puede caber y a la vez no hay lugar para ciertas cosas. Ciertas cosas que en el viejo espacio lo llenaban todo. Por lo mismo lo convertían en un espacio oscuro y desolador pues bloqueaban el paso de la luz, un espacio sin espacio. Eran cosas innecesarias, que sólo estorban y te magullan; de esas que te hacen perder la fe en las personas, en lo que crees, por lo que vives; un espacio con barreras circulares donde a tientas habíamos pintado una visión del mundo que sólo nos enviciaba por que era sólo nuestra y no la veíamos con claridad. Sin embargo este nuevo espacio existe por un tiempo limitado, ya que intenta generar un nuevo orden y en ese punto de pronto el caos se presenta de la nada y muere. Pero ahora podemos ver el caos cara a cara y desafiarlo, moldearlo hacia el equilibrio tan inconstante. Es un espacio para todos y por lo mismo todos trabajarán en su mantenimiento y evolución, siempre creando y rompiendo los fragmentos del viejo espacio que se niegan a caer. Este espacio por efímero puede parecer un sueño, pero no lo es; es una lucha diaria, una lucha por su persistencia en el tiempo. Y vale la pena luchar por que este espacio que una vez imaginé, existe en verdad, vale la pena luchar, por que este espacio nuevo lo hemos imaginado todos, es de todos; vale la pena por que este es un espacio para dejar de existir y empezar a vivir.